"En Cataluña, a las maniobras políticas en favor de la independencia se
les suele llamar “el proceso”, para unos ilusionante, para otros
kafkiano.
Pues bien, ¿en qué punto está el proceso? Recordaba hace unos
meses Pau Luque que hace años, Ennio Flaiano, famoso guionista de cine,
al ser preguntado por la situación política de Italia, respondió con
ironía: “La situación es grave aunque no es seria”. Algo parecido sucede
en Cataluña.
La principal característica del momento actual es que los
independentistas no saben por dónde tirar, se sienten fracasados y
divididos. Durante dos años, desde septiembre de 2012, han alimentado un
sueño que de golpe han visto que era irreal. El sueño era que una gran
mayoría de catalanes eran partidarios de la independencia.
Despertaron
el 9 de noviembre: menos del 30% se apuntaron a ella. No lo quieren
reconocer abiertamente, pretenden seguir en la ficción, pero el
entusiasmo ha decrecido, el cansancio comienza a notarse y los signos de
desilusión también.
Artur Mas ha demostrado ser un brillante táctico y un mal estratega.
Ahora empieza a darse de bruces con la realidad. Y la realidad es que
disolvió un Parlamento porque su partido sólo tenía 62 diputados, quería
la mayoría absoluta —seis más— y acabó con 50. Ahora, según los
sondeos, perdería otros diez o quince. Es un líder que ha conducido su
partido a la derrota y a su país a una fractura interna que será difícil
de suturar.
El gran error de Mas fue confundir una manifestación con Cataluña. En
el momento en que dijo que aquella multitud que atiborraba el centro de
Barcelona eran la expresión de toda Cataluña, se vinculó al partido y a
las asociaciones que la habían organizado: ahora está atado a lo que
manden.
Artur Mas, consciente de la debilidad de su partido, con el líder
histórico ante la Justicia y la sede embargada por corrupción política,
sabe que la táctica adecuada para sus intereses partidistas es demorar
al máximo las elecciones.
Pero quienes le dan soporte popular quieren
que éstas sean lo antes posible y de un claro signo plebiscitario. Mas
debe escoger entre enfrentarse a la calle y aguantar, o suicidarse
políticamente convocando elecciones. (...)
Se le acabó la táctica, está regateándose a sí mismo porque carecía de
estrategia. Sólo tiene una ventaja: que el bando contrario está sin
ideas, sólo esperando que la tormenta escampe. (...)" (
Francesc de Carreras , El País,
6 ENE 2015)
1 comentario:
la verdad es que es una situacion muy triste
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