"(...) Por más méritos organizativos que conlleve en circunstancias incómodas, congregar solo a un 36% del censo es un resultado que se descalifica a sí mismo
a efectos de prever escenarios futuros de la voluntad popular catalana
global.
Un tercio de los llamados a manifestarse en la improvisadas
urnas no es desde luego una mayoría reforzada (y menos al incluir noes).
La que reclamaba en 1998 el Tribunal Supremo canadiense como requisito
para otorgar legitimidad al referéndum de Quebec y negociar los términos
de una secesión; ni tampoco el 66’6% del voto (en este caso
parlamentario) que exige el Estatuto para su propia reforma; ni siquiera
la doble mayoría (participación del 50%; votos favorables del 55%)
aplicada al referéndum de Montenegro en 2006. (...)
Si se presume (con verosimilitud) que todos los independentistas
acudieron; se supone (voluntariosamente) que el cómputo fue correcto; y
se considera (pese a las diferencias abismales de formato) que es
posible alguna proyección, las principales tripas del recuento son
bastantes menos enfáticas para los convocantes.
En el mejor de los
casos, el soberanismo se estancaría, respecto a las elecciones
autonómicas anticipadas de 2012. Su 1’78 millones de votantes de
entonces (computamos CiU, ERC y el independentismo radical) aumentan
solo en 25.000, hasta 1,80 millones de Sí-Sí (con el 96% escrutado
ayer), un incremento del 1,4%.
Para un censo que subió de 5,4 millones a
6,2 millones de ciudadanos, un aumento del 15%. Si las situaciones
fuesen aproximadamente comparables, el soberanismo (la inclusión de Unió
en el cálculo se compensa relativamente con la no inclusión de
Iniciativa) habría perdido, pues, posiciones relativas.
Pero, lo comido
por lo servido, si puede aventurarse que la mayoría de los “nuevos
censados”, los residentes extranjeros, no afluyeron a las urnas, el
retroceso se convertiría en mero estancamiento.
En todo caso parece claro que dentro del soberanismo ha aumentado el independentismo,
como consecuencia del decantamiento de Convergència hacia este, en los
dos últimos años. El soberanismo se habrá estancado e incluso podría
haber retrocedido levemente, pero es más radical, más activo, más
omnipresente. Porque apenas hay nada fuera de él. (...)" (
Xavier Vidal-Folch , El País,
10 NOV 2014)
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