"(...) A lo que me opongo es al concepto de identidad, a la suposición de
que o bien eres español o catalán, o eres quebequense o canadiense. Por
ejemplo, ¿qué podemos decir de mí? Soy un canadiense inglés que hablo
francés y el hecho de que hable francés forma parte de quién soy, no es
solamente una competencia lingüística, es parte de mi identidad social,
de mi identidad política.
Y mi familia está enterrada en Quebec. Y en el
debate entre Cataluña y España, ¿qué vamos a decir de las personas que
tienen padre español y madre catalana o madre española y padre catalán?,
¿qué pasa con las personas que viven en Barcelona pero tienen sus
antepasados en Galicia?
Es decir, el proyecto nacional muchas veces te
obliga a elegir. Los escoceses te dicen: "O escocés o británico" Pero
hay cientos de miles de personas que son ambas cosas.
Por lo
tanto, el proyecto secesionista comienza con una suposición sobre la
identidad humana que es totalmente falsa. Si el proyecto secesionista
prevaleciera y Cataluña se separara después de un referéndum, de una
declaración unilateral o como sea la independencia, dejarían a muchos
seres humanos partidos en dos, desgarrados, con una parte de su
identidad en un estado llamado Cataluña y la otra parte de su alma en
España.
A mí no me gusta que esto ocurra en Canadá, en España, ni en el
Reino Unido. Porque me parece que todo se puede politizar, pero que la
sabiduría y la política muchas veces no casan bien y a las personas no
se las debe obligar a tomar decisiones existenciales contra su propia
voluntad.
Por lo tanto, creo que la secesión no es un error, es un
pecado, porque impone una elección política a unas personas que no
tienen voluntad de tomar esta decisión. La razón por la que la secesión
de Quebec no funcionó -y nunca va a conseguirse- es que los quebequenses
lo comprendieron que eso era así.
Saben que viven en una sociedad en la
que, por ejemplo, hay una persona que se llama Patrick Ryan, un hombre
irlandés católico, pero que es francófono, que solamente habla francés.
Y
habrá gente cuyos nombres sean enteramente franceses de origen y que
solo hablen inglés. Ese es mi país y así es vuestro país también. Esta
es la razón por la que estas cuestiones tocan tanto las emociones.(...)" (Michael Ignatieff , Cataluña, Escocia, Quebec: el ADN del nacionalismo, en Huff Post, 21/07/2014)
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