"(...) Sorprende que Mas, que lleva tres años sin hablar de otra cosa que
del referéndum sobre la independencia, desaproveche ahora la oportunidad
que le da el Congreso para explicarse.
Desde que se puso a la cabeza de las manifestaciones conmemorativas
del 11 de setiembre, todos sus movimientos han pivotado en torno a su
único plan de declaración unilateral de independencia.
¿Qué piensa Artur
Mas del paro en Cataluña?. ¿Y de las colas en las listas de espera en
la sanidad?. ¿De las deudas a las farmacias?. ¿Y de la presión
migratoria en la verja de Melilla?. Independencia (para Cataluña). ¿Y de
la reforma de la ley del aborto?. Todo se resolverá con la
independencia. (...)
La obsesión de Mas ha llegado a tal extremo
que pretende movilizar a padres y docentes en las escuelas para que se
impliquen en el apoyo al referéndum secesionista. Tanta campaña
interplanetaria y cuando llega la hora de la verdad, en el Congreso
donde reside la soberanía nacional, decide hacer ‘mutis por el foro’.
Por falta de atrevimiento. O por desprecio a la Cámara baja. El caso es
que no da la cara. Una actitud que dice muy poco en favor de quien ha
logrado tensar la cuerda al máximo entre un gobierno autónomo y el
Estado, y a quien tantos ciudadanos ven como el responsable de un
conflicto más que como el que resuelve el problema.
Ha montado todo este lío para, al final, no comparecer ante el
Congreso. Como hizo, al menos, el lehendakari Ibarretxe, en 2005. Que
sabía, de antemano, que contaría con el rechazo mayoritario de los
diputados. Pero, al fin y al cabo, compareció. Fue un tenso debate. Que
duró más de siete horas.
Y en el que instó al Gobierno de Zapatero a que
no lo rechazara porque, «si le da un portazo, trasladaré la palabra al
pueblo». Y hubo portazo. Porque 313 votos le dijeron que no, frente a 29
votos afirmativos y dos abstenciones. Al día siguiente de las
calabazas, Ibarretxe convocó elecciones en el País Vasco. Para el 17 de
abril . Y los ciudadanos vascos, ejerciendo su derecho a decidir,
decidieron darle menos fuerza electoral de la que esperaba.
Ibarretxe, en esa legislatura , logró sacar adelante en el Parlamento
vasco, gracias a un voto prestado de los herederos de Batasuna (EHAK,
entonces) una ley de consulta. Con dos preguntas tan farragosas en las
que mezclaba el fin de la violencia de ETA con el derecho a decidir.
Pero tuvo muy poco recorrido. Porque el Gobierno de Zapatero,
acogiéndose al artículo 161 de la Constitución, la impugnó. Y el
Tribunal Constitucional , por unanimidad, la invalidó por «vulnerar el
artículo 149 de la ley fundamental al invadir competencias estatales».
Mañana, el presidente del Ejecutivo español dirá «no» a la pretensión
del Parlament. Pero la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha
reconocido que mantiene una comunicación fluida con su homóloga de la
Generalitat, lo que hace pensar que, a pesar del rechazo del Congreso,
se abrirá un escenario de diálogo.
Artur Mas puede convocar elecciones, como hizo Ibarretxe. Y puede que
pierda fuerza electoral, como le ocurrió al lehendakari. Pero sabe que
no puede utilizar la ley catalana de consulta porque el actual gobierno
haría lo mismo que hizo en su día Zapatero con la ley vasca: impugnarla. (...)" (EL CORREO 07/04/14, TONIA ETXARRI, en Fundación para la Libertad)
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