"(...) Respecto a las cuestiones económicas, la Cataluña independiente, por
mucho que se empeñen en engañarnos, saldría del euro. El Estado español
le adjudicaría un 25% de los 987.000 millones de deuda pública.
La
cantidad, insoportable, no sería reconocida por el Govern independiente.
Buena parte de esa deuda se debe a naciones tan poderosas como
Alemania, que no estarían dispuestas a aceptar esta negativa. Cataluña
debería reinventar la peseta, sin ningún respaldo de riqueza real.
Las
fronteras arancelarias con España harían caer de golpe el 20% del PIB
catalán, como prueban múltiples y serios estudios. Todo ello teniendo en
cuenta una separación pacífica, pero no queremos ni pensar en el
escenario más real: ruptura y resentimiento que llevaría a congelar las
compras a Cataluña.
Por otro lado, millones de catalanes se seguirían sintiendo españoles
y no renegarían de su nacionalidad española (DNI y pasaporte). Algunos
iluminados del separatismo ya hablan de aceptar una doble nacionalidad.
Al menos son conscientes de que sería muy difícil gobernar una nación en
la que más de la mitad de la población se sintiese violentada en su
identidad cultural y política.
La UE nunca permitiría que la nueva
Cataluña arrebatara la ciudadanía española a ciudadanos europeos.
Igualmente ocurriría con la lengua materna, pero esta vez, en lugar de
una sumisa obediencia a la inmersión lingüística, el castellano se
convertiría en una lengua de resistencia y desobediencia civil.(...)" (EL MUNDO 23/04/14, JAVIER BARRAYCOA, en Fundación para la Libertad)
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