"(...) Sin ir más lejos, hace unas pocas semanas, el actual Gobierno vasco ha
concluido la negociación del cupo para los próximos años llegando a un
acuerdo con el Gobierno Rajoy, todo ello bendecido en una sesión
parlamentaria de lectura única, sin apenas debate para no revelar su
contenido, presuntamente discriminatorio respecto a la financiación de
las demás comunidades autónomas. (...)
En primer lugar, el PNV está más que molesto con CiU por haber levantado
la liebre del concierto económico. Si recuerdan, el paso anterior a la
independencia (o derecho a decidir, como prefieran), era pedir el
concierto económico, “como los vascos”, se añadía.
Con ello se quería
decir que el sistema de financiación de Cataluña no debía regirse por
las mismas normas que el resto de comunidades sino por aquellas a las
que se reconocían derechos históricos. (...)
Lo que importaba eran dos cuestiones: primera, que Cataluña tuviera
un trato distinto a las demás comunidades por considerarse que era una
nación y, segunda, que mejorara la financiación de la Generalitat hasta
llegar a un nivel semejante al vasco (y al navarro).
Pues bien, esta posición catalana removió unas aguas que el PNV ha
querido siempre calmadas y en la sombra. Razón: la financiación mediante
el concierto es claramente discriminatoria respecto a lo que se reparte
en las comunidades de régimen común, entre ellas Cataluña.
El problema
no es que el sistema sea distinto: con el método del concierto podría no
existir discriminación. El problema está en la forma de calcular el
cupo, es decir, la cantidad que las diputaciones forales pagan al Estado
por los servicios que éste le presta. Precisamente, esto es lo que
ahora se acaba de pactar para los próximos años.
A partir de este
momento, toda la amistad tradicional los dos partidos nacionalistas
empezó a resquebrajarse al considerar el PNV que la propuesta de CiU era
una clara muestra de deslealtad. (...)
Por tanto, Urkullu debía recuperar el tono reivindicativo para
mantener su voto más abertzale. Así propuso una confederación con España
legitimada por los fueros, en el fondo un discurso bastante parecido al
del carlismo, aunque este tenía su lógica en el Estado Absoluto y
carece de toda lógica en un Estado democrático y social, no digamos ya
en un Estado de la Unión Europea.
Pero ya sabemos que hoy se pueden
decir las barbaridades más grandes sin que se conmuevan los cimientos de
nada, tan generalizada está la ignorancia política. Así, con este tipo
de afirmaciones, los votantes habituales del PNV pueden comprobar que su
partido no ha renunciado a sus tradicionales esencias.
Pero en este juego de billar a tres bandas, quien de rebote queda en
falso es CiU. El PNV no pide la independencia sino la confederación. (...)
La venganza es un plato que se sirve frío y este es el plato que
Urkullu le tenía preparado en esta Pascua a Artur Mas por haber
levantado la liebre del concierto." (
Francesc de Carreras
, El País, 22 ABR 2014 )
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