"(...) En esta última encuesta del Gobierno vasco solo un 27% de encuestados
confiesa manejarse bien en euskera, aun cuando el 75% de ese mismo
sector reconoce que habla mejor el castellano.
En los incesantes sondeos
de este tipo, sin embargo, quienes manifiestan desear un mayor
conocimiento de la “lengua propia” de su comunidad ascienden a un
porcentaje nada desdeñable (en la CAV el 63%, en Navarra el 38%).
Lo
sospechoso es que tantos acepten imponerse unas obligaciones que durante
décadas han sido reacios a satisfacer y que pospongan otras iniciativas
públicas que les serían de bastante mayor interés individual y
colectivo.
Tan escandaloso como que esa mayoría que solo conoce y emplea
nuestra lengua común esté hoy matriculando a sus retoños en el modelo
D, o sea, en la inmersión en euskera. O que muchos de esos pocos que
dicen hablar el euskera con soltura, prefieran conversar en castellano;
pero que eso no les impida sostener a la vez que el euskera es el idioma
“por excelencia” de los vascos…
Es de temer entonces que no solo estén falsificados los resultados de
estas encuestas, sino antes y sobre todo la conciencia misma de buena
parte de quienes las responden. Llamémosla hipócrita, conformista o
atemorizada, pero el diagnóstico parece indudable. La falta de libertad
de expresión ante la política del euskera no ha sido fruto directo del
miedo a ETA, sino del miedo al control social de “los nuestros”.
Y con
ello se falsea, asimismo, la impresión que sacan los extraños, que
tienden aún a creer en nuestra realidad nacional al toparse por doquier
con rótulos, folletos, carteles, topónimos, etcétera en ambos idiomas y a
fiarse sin reservas de datos como estos que les ofrecen.
Así que no se confundan. Pese a su cuantía tan reducida, las cifras
obtenidas mediante esas consultas telefónicas aún están infladas. Para
verificarlo, acudamos a la VI Medición del Uso de las Lenguas en la
Calle (2011) llevada a cabo por el Cluster de Sociolingüística, bajo el
patrocinio de dos departamentos del Gobierno vasco y de las cuatro
Diputaciones forales.
Según este estudio, basado en la observación
directa, solo el 13,3% de los vascos recurre habitualmente al euskera,
lo que significa que su uso está prácticamente estancado y que durante
los últimos 22 años (1989-2011) ha crecido nada más que en un 2,5%
(aunque se dispare, eso sí, el derroche presupuestario de esa partida).
Hay diferencias por territorios, claro: en Guipúzcoa los hablantes
ascienden hasta el 32,7%, mientras que en Vizcaya se quedan en el 9,4%,
en Navarra en el 5,7% y en Álava alcanzan justamente el 4%. Llama la
atención que en capitales como San Sebastián ese porcentaje sea el
15,9%, igual que el medido hace 10 años. Tal vez no se lo crean, pero en
Vitoria y en Bilbao los usuarios rondan el 3% y en Pamplona oscilan
alrededor del 2,5%.
Si el dato más revelador de la pujanza de una lengua es su uso
efectivo, y si solo este ofrece el fundamento de los derechos
lingüísticos…, saquen las consecuencias.
Y si hiciéramos una pregunta
expresa sobre las razones de un empleo tan exiguo del euskera, la
respuesta sincera más probable del ciudadano medio sería esta: “Porque
apenas tengo necesidad ni ocasión de servirme de esa lengua”. ¿Habrá
algún valiente que se atreva a declararlo?
Todo esto se lleva denunciado en la prensa local bastantes años. Ni
el gremio de sociólogos, ni las empresas de investigación contratadas ni
los propios servicios del Gobierno vasco se han dado nunca por
aludidos. Cosas de la timidez, supongo." (AURELIO ARTETA, EL PAIS 07/01/14, en Fundación para la Libertad)
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