16/1/13

Política de la claridad: cómo se garantizaría el derecho a la libre identidad de miles y miles de catalanes que no quieren renunciar a su opción identitaria

"Conviene ir haciéndose a la idea. Nuestros nacionalistas de Euskadi y Cataluña han roto definitivamente el velo de ambigüedad con el que se movieron durante los primeros años de recuperación de la democracia.(...)

 A estos efectos, poca utilidad tiene discutir sobre el carácter oportunista y utilitario del quiebro de CiU tras la manifestación de la Diada. La experiencia vivida en Euskadi con el PNV de Ibarretxe nos enseñó que cuando un grupo dirigente confunde los intereses de la ciudadanía con los suyos particulares y transforma un mandato parlamentario coyuntural en una misión histórica, resulta difícil alcanzar con él una solución transaccional. 

Si se ha tomado la determinación de, en palabras de Mas, “cambiar el rumbo de la historia de un pueblo milenario”, la única manera de evitar la colisión es aceptar sus exigencias.

Y como es evidente que estos propósitos quieren desbordar los márgenes del sistema democrático constitucional, parece de sentido común ir preparando una respuesta serena y eficaz.

 Hay una primera medida de inexcusable aplicación: la claridad. (...)

Pues bien, tenemos que exigir que CiU diga claramente a los ciudadanos de Cataluña que lo que de verdad pretende es la independencia; que la consulta comprometida no supone un ejercicio del benéfico derecho a decidir, sino un paso decisivo para la secesión de España. 

Si el nacionalismo ha decidido mostrar sin ambages sus intenciones, habrá que reclamarle que hable claro; y, también, tendremos que dirigirnos a él de la misma forma.(...)

 Cómo, por ejemplo, se repartiría el coste de las grandes infraestructuras realizadas en el ámbito de Cataluña, la deuda pública contraída o el fondo de las pensiones. Y también, y no es una cuestión menor, cómo se garantizaría el derecho a la libre identidad de miles y miles de catalanes que no quieren renunciar a su opción identitaria. (...)

Lo más preocupante de la crecida nacionalista en Cataluña no es, en mi opinión, el aumento del deseo de independencia, sino la banalización por gran parte de la ciudadanía del riesgo de separarse de España. 

Este desdén hacia lo que supone la convivencia de los diferentes no es una reacción natural de la población catalana a un supuesto maltrato por parte de Madrid, sino el resultado de una acción concienzuda ejecutada desde el poder institucional, aprovechando algunos agravios de base cierta y con la colaboración entusiasta de asociaciones patrióticas que no existirían sin un generoso riego de subvenciones públicas. (...)

Es lo que sucede cuando el fin pretendido, la secesión, se camufla con formulaciones tan seductoramente democráticas en apariencia como la autodeterminación, el derecho a decidir o la consulta popular. El nacionalismo se mueve a sus anchas en este juego de sustituciones. (...)

Un ejemplo de lo expuesto lo ofrece el último sondeo del Euskobarómetro, que repite un esquema aplicable a Cataluña: mientras permanece más o menos estable el sentimiento independentista neto en un tercio de la población, aumentan hasta el 50% los partidarios de que se celebre un referéndum sobre tan trascendental cuestión. ¿Qué hay de malo en ello? 

Es lo que sucede cuando el fin pretendido, la secesión, se camufla con formulaciones tan seductoramente democráticas en apariencia como la autodeterminación, el derecho a decidir o la consulta popular. El nacionalismo se mueve a sus anchas en este juego de sustituciones. Así, Artur Mas, al equiparar gratuitamente más soberanía con mayor bienestar, tras haber recortado este con fruición.(...)

 O cuando pondera que Cameron haya autorizado la consulta planteada por el Gobierno de Escocia para 2014, pero omite que el premier británico impuso que la pregunta sea inequívoca, de modo que los escoceses sepan que lo que van a decidir es si salen o no de Reino Unido y, por tanto, de la Unión Europea. 

Al separatismo tenemos que combatirlo en el terreno de las ideas, como recomendaba en 2003 Stephan Dion, el dirigente del Partido Liberal canadiense promotor de la Ley de Claridad, que ha cortado de momento la reproducción en Quebec de consultas secesionistas que ocultaban esa intención. Y hay que hacerlo con argumentos y datos ciertos."         ( , El País, 11 ENE 2013)

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