"Un socialista dijo tres frases en castellano durante el culebrón de no-investidura en el Parlament y los independentistas, a la vez que sus columnistas afines, se rasgaron sus muy catalanas vestiduras. Anatema, sentenciaron los verdaderos patriotas.
Salvador Illa, el líder del PSC, profanó una ley no escrita: en la Cámara solo se puede hablar en una de las lenguas oficiales de Cataluña. La otra, lengua materna del 55% de la población, está proscrita, condenada a la intimidad. En la Cámara, dicen, el español es un idioma que impide la concordia, porque es el que habla la derecha.
Y yo que creía que la lengua de Machado, de Valle Inclán, de Alberti, era un derecho de todos los catalanes. No cuela tanta manipulación de la realidad. Las acusaciones a las lenguas no van a tapar la falta de diálogo y la inestabilidad política de unos gobiernos independentistas que nos están llevando al caos.
Como “parrafadas”, un término despectivo según la RAE, han llegado a describirse las frases pronunciadas por Illa en castellano. El candidato socialista se extendió con los problemas reales del país, sociales y económicos, casi siempre en catalán; pero unas pocas frases en español llevaron a algún analista político a afirmar que, hablando así, el socialismo dinamita su papel en la búsqueda de la concordia e impide un pacto con ERC. (...)
El “hábleme en español” del franquismo no puede ser sustituido por el tajante “a Catalunya es parla català”. Simplemente, es falso. Más del 80% de la población habla, mejor o peor, las dos lenguas. La continua bronca y las amenazas de unilateralidad parecen esconder el simple interés de quienes quieren seguir ocupando sillas, controlando medios de comunicación o dirigiendo instituciones, algunas creadas ex profeso para gratificar a sus fieles.
Las invitaciones a que nos marchemos de nuestro país o las pintadas amenazadoras lo único que consiguen es agotar a personas que hemos pasado más de media vida defendiendo la necesidad de apoyar el catalán, la lengua minoritaria, la que, incluso durante el franquismo, nos enseñaron nuestras familias. Ahora nos toca defender la cultura castellana de tanto ultranacionalista intolerante. (...)
Es absurdo que los independentistas, con los votos de una cuarta parte
de la población catalana (el 26% del censo electoral total), pretendan
convertir el Parlament en la Cámara de una república imaginaria donde los ciudadanos debemos hacer ver que solo hablamos catalán,
porque ese es el idioma único, oficial y correcto, el que nos llevaría a
la concordia. Sin embargo, pese a los intolerantes, el castellano es
también un derecho de los catalanes. Déjense de Jocs Florals." (Rosa cullel, Crónica Global, 06/04/21)
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