"Quien no haya sentido vergüenza ajena ante el espectáculo de la constitución del Parlamento
es que no vive en el planeta de los ciudadanos sino en el circo, con
los payasos. ¡Más madera y a descojonarse todos! Preparémonos porque
vamos a ver escenas chuscas y vivir momentos bochornosos.
Eliminemos,
pues, lo de “señorías”” y atengámonos al más prosaico de “chusma
parlamentaria”, que ya antes de ser declarados diputados cada cual echa
un regüeldo para alegría de su parroquia. Dejémonos de embelecos: tras
la sesión de constitución de esta XIV Legislatura la Constitución del 78 ha entrado en coma inducido.
Si un tercio de la cámara se declara anticonstitucional y una parte de
los supuestos constitucionalistas les bailan el agua, no basta con decir
“es lo que hay”. (...)
Mientras la derecha siguió en lo suyo, la izquierda se hizo identitaria. (...)
El tránsito de la izquierda política al progresismo
identitario representa en Cataluña un modelo de libro. Este artículo mío
nace de la perplejidad que me causó un texto de Josep Ramoneda que abordaba “la complacencia de la derecha hacia la extrema derecha”.
Un artículo notarial, como hijo de notario que es, en el que una
supuesta progresía tuerta le pregunta al ciego por qué no mira como lo
hace ella.
Es obvio que la extrema derecha que
representa Vox es hijastra del PP. No hace falta muchas luces para
detectarlo. Más que un pecado de paternidad cabe considerarlo como el
precio de la consanguinidad. (...)
El artículo de marras apareció en esas páginas catalanas de El País que
el resto de lectores de España no lee y que son un espejo donde se
exhibe buena parte de la antigua Bandera Roja, ahora pasada bien a la equidistancia,
bien a la identidad que, bien entendida, empieza por ellos mismos.
Porque están por encima de los partidos y de los virajes a los que han
sometido su trayectoria política para al final tener por lema aquel
pasaje celebérrimo de Casablanca, donde todo acaba en “el comienzo de una gran amistad”.
Las razones por las que el progresismo catalán se ha hermanado con la militancia de JuntsXCat, heredera de la Convergencia del delincuente Pujol y el corrupto Mas, sitúa a En Comú Podem
-la marca blanca de Podemos en Cataluña- en una deriva identitaria, sin
un gesto que repruebe la xenofobia y el desdén a la sociedad española
que manifiesta el president Torra.
En
definitiva, el supuesto progresismo de las clases pudientes y pasivas de
Cataluña forman una Santa Alianza, término que le va muy bien a la
firmeza nacional católica de la antigua Convergencia, en el objetivo de
lograr la independencia, última ambición de la oligarquía dominante en
la Barcelona otrora internacionalista.
¿Es un giro
ideológico? Improbable, tratándose de unos sectores sociales que han
girado tanto y tan seguido que han hecho de las ideas peonzas. No
olvidar que Ramoneda, ese paradigma de la izquierda fricandó,
pasó y volvió y repasó tantas opciones políticas que se hace difícil
creer que no se trata de su segundo apellido, Ramoneda
“Qué-hay-de-lo-mío”.
Lo último: de ser candidato electoral de las CUP,
rupturistas por la independencia, saltó al Círculo de Economía, para a
continuación abrevar como antaño en ese comedero común de la izquierda
que es el PSC, conciliador y maniobrero.
Cuando la izquierda fricandó
descubrió que lo identitario representaba una garantía económica, cero
riesgos políticos y un guiño al pueblo abducido unió su suerte a los
corruptos. Con complacencia." (Gregorio Morán, Vox Populi, 07/12/19)
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