"En el 40º aniversario de la Constitución es muy triste constatar que el mayor retroceso en el ejercicio de la libertad de expresión se da hoy en las calles de Catalunya.
Es erróneo minusvalorar el clima de hostigamiento que a menudo sufren
las fuerzas políticas y sociales constitucionalistas. Las coacciones y
los insultos que reciben por parte del separatismo violento y la
izquierda reaccionaria no son sucesos aislados.
Por desgracia asistimos a
una repetición periódica de ataques a sus sedes, boicot de actos
públicos o escraches a políticos de Ciutadans, PSC y PP. Todo ello
evidencia que la sociedad catalana sufre un inquietante déficit de
calidad democrática.
Abundan comportamientos intolerantes -enmascarados bajo un pretendido antifascismo-
que son la expresión de una cultura de odio ideológico. Y lo grave es
que casi siempre esos incidentes son incitados o justificados desde el
Palau de la Generalitat, la Sindicatura de Greuges, el Ayuntamiento de
Barcelona o los medios púbicos de comunicación con la excusa de luchar
contra la extrema derecha y el franquismo.
Este es el marco general en el que se encuadra lo sucedido en Girona y Terrassa,
donde una vez más unos colectivos ultranacionalistas se arrogaron el
derecho a impedir que otros ciudadanos pudieran manifestarse libremente
con motivo del Día de la Constitución. La presencia de Vox en esos actos, tan anecdótica como contradictoria, no justifica ningún boicot.
Los Mossos actuaron de forma correcta
para garantizar la celebración de unas convocatorias autorizadas y
tuvieron que enfrentarse a la violencia de los CDR, CUP y otros grupos
totalitarios. Lo realmente inquietante es la posición del Govern y los
partidos que le apoyan, JxCat y ERC.
El ultimátum de Quim Torra al 'conseller' de Interior Miquel Buch
para que depure con celeridad la cúpula de los Mossos a fin de someter a
la policía a unos dictados políticos, y lograr así su connivencia con
los grupos que hostigan a los constitucionalistas, nos sitúa en un
escenario de alto riesgo para las libertades.
Tanto la oposición en el Parlament como los sindicatos de los Mossos han puesto el grito en el cielo ante el enésimo intento de politización de la policía autonómica, aunque esta crisis amenaza con superar a todas las anteriores. (...)" (Joaquim Coll, El Periódico, 07/12/18)
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