"(...) Ayer se hizo pública la posición de notables empresarios catalanes
proponiendo algo bien distinto:
1) “Cataluña es una nación”;
2) que en
materia fiscal se aplique en Cataluña el sistema del concierto vasco;
3)
plenas competencias lingüísticas y culturales;
4) capacidad total en el
terreno municipal. (...)
¿Alguien puede pensar que los españoles van a estar de acuerdo con
más privilegios, como el cupo vasco? Y, sobre todo, ¿qué Parlamento
español aprobaría legalizar la expulsión del castellano de la esfera
pública, comenzando por la Escuela y la Universidad? Recordemos: el
castellano es la lengua materna de la mayoría de los catalanes.
Además,
la primera obligación de cualquier Gobierno es impedir que ningún
español pueda ser tratado como extranjero dentro del territorio
nacional.
Antes de dialogar (soy partidario del diálogo, pero no de la
rendición) conviene, a mi juicio, que las cosas maduren en Cataluña y
pienso que van a madurar, y lo van a hacer radicalizándose. La discusión
ya no está en “el derecho a decidir”, se ha desplazado y aclarado.
Ahora se trata de independencia sí o independencia no. Un terreno donde
caben pocas ambigüedades. Los separatistas han puesto, al fin, las cosas
claras: o sopa o teta.
La deriva política catalana conducirá, probablemente, a una mayoría
relativa de ERC y, de ser así, el señor Junqueras tendrá que hacerse
cargo de la Generalidad. Ese será el momento de dialogar, pero no con
ERC, sino con los catalanes que conserven su seny, aquellos que
no estén dispuestos a tirarse ni a que los tiren al barranco. Pasado el
calentón, es probable que ellos, lo más templados (nacionalistas o no),
vuelvan a ser la mayoría.
¿Cuanto peor, mejor? Digámoslo más literariamente: “Cuando la flecha
está en el arco tiene que partir”. Pues veamos a qué blanco va a parar
la dichosa flecha." (
Joaquín Leguina
, El País, 19 JUL 2014 )
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