"Pero me temo que nuestros conciudadanos nacionalistas no han caído en
la cuenta de que existen otras condiciones igual de importantes de las
que raramente se habla, pero cuyo cumplimiento es fundamental para
obtener la validación y el reconocimiento internacional de un resultado
favorable en un referendo de autodeterminación.
Estas condiciones se
refieren al entorno en el que se celebran las votaciones. La valoración
de este entorno la realizan determinados organismos oficiales y
organizaciones no gubernamentales a través del procedimiento conocido por observación electoral.
En el caso europeo, el organismo que lleva a cabo esa evaluación es la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa),
compuesta por 57 países (todos los europeos, incluidos los de la UE,
los países de la ex URSS, Mongolia, EEUU y Canadá). Sin el aval de la
OSCE, otorgando el marchamo de democrático al proceso (electoral o
consulta de cualquier tipo), no se puede aspirar al reconocimiento
internacional de los resultados del hipotético referendo de
autodeterminación en Cataluña.
La evaluación del entorno por parte de la OSCE se hace de una manera
transparente y en base a unos criterios bien conocidos.
Primero, y
adicionalmente al principio fundamental del respeto del Estado de
derecho mencionado anteriormente, se hace una evaluación del respeto de
los Derechos Humanos relativos al ejercicio del derecho de sufragio. Es
decir, se evalúa si la libertad de expresión, la libertad de asociación,
el derecho de reunión, etc., se ejercen libremente y sin ningún tipo de
cortapisas con el fin de comprobar que las votaciones se realizan con
igualdad de oportunidades para las diferentes opciones en liza.
Adicionalmente, se examina el funcionamiento y la independencia del
poder judicial, incluida la relativa al organismo encargado de velar por
el buen desarrollo del proceso electoral (en el caso de España, la
Junta Electoral), con el fin de asegurarse que tanto las votaciones en
sí mismas, como el control de todo el proceso y las posibles
reclamaciones se efectúan conforme a la ley y reflejan fielmente la
voluntad del electorado.
Segundo, la OSCE evalúa otros dos criterios del entorno que están fuera de lo que sería estrictamente la institucionalidad y el respeto de la ley y de los Derechos Humanos. Estos dos criterios son la utilización por parte de las instituciones del Estado tanto de los recursos públicos como de los medios de comunicación públicos o subvencionados con el fin de obtener ventaja por una de las opciones en disputa.
Para que un proceso electoral, en el caso de Cataluña, un hipotético
referendo de independencia, sea reconocido por la OSCE y, por lo tanto,
por la comunidad internacional como democrático, debe obtener una
evaluación positiva en todos ellos.
Para realizar esta evaluación, la
OSCE envía expertos (observadores electorales) en diferentes campos
unos meses antes de la celebración del evento que son reforzados con
expertos adicionales durante los días previos a la consulta.
En vista de la actual situación en Cataluña, y en base a mi
experiencia en unos cuantos procesos electorales en diferentes partes
del mundo, ¿cuál podría ser la evaluación de la OSCE si el referendo de
autodeterminación se celebrara mañana? Para empezar, y como mencioné
anteriormente, la OSCE no podría aceptar la validez del resultado de un
referendo que no tuviera un encaje legal anclado en la Constitución y en
un acuerdo con el Gobierno.
En dicho caso, con toda seguridad ni
siquiera enviaría un equipo de observadores electorales. En cuanto a la
evaluación del respeto de los Derechos Humanos fundamentales relativos
al ejercicio del derecho de sufragio, la evaluación debería ser
globalmente positiva, si bien es posible que se realizaran
críticas a la intimidación que determinados sectores pro independencia
llevan a cabo en contra de sus oponentes.
Situaciones tales
como el boicot efectuado en contra de actos públicos tanto del PP como
de Ciudadanos serían sin duda señalados como no democráticos, en
particular, si los encargados del orden público no hacen nada por
impedirlos.
En cuanto a las instituciones encargadas de velar por el buen
desarrollo del proceso (Junta Electoral y tribunales de justicia), no
debería haber ningún problema en el supuesto que éstas siguieran siendo
las que la legislación española designa, ya que hasta el presente así ha
sido desde la reinstauración de la democracia en España.
En este
contexto, ni que decir tiene que las consultas secesionistas celebradas
en determinados ayuntamientos de Cataluña en 2009 y 2010 no pasarían
este test de validez. Lo mismo ocurriría, con probabilidad, en el caso
de que la Generalidad convocase un referendo al margen de las instituciones designadas para su ejecución y control.
En lo que se refiere a la utilización de recursos públicos para
promover la opción independentista, sería probable que la OSCE
mencionara dos elementos como poco democráticos: la creación de las
llamadas estructuras de Estado financiadas con el erario público,
incluso antes de que el electorado haya podido pronunciarse en una
consulta; y, adicionalmente, el apoyo financiero brindado desde las
autoridades autonómicas catalanas hacia determinados organismos, ONGs y
demás actores económicos y sociales con el principal propósito de
promover el ideal soberanista entre el electorado.
El problema de fondo
es que los partidos que promueven la independencia de Cataluña pueden
hacer todo tipo de promoción de su ideario, pero no las instituciones y menos con el dinero del contribuyente que son casa común y pertenecen a todos los ciudadanos y no sólo de los partidarios de la independencia.
Finalmente, y en lo que se refiere a la utilización de los medios de
comunicación, creo que el claro escoramiento de los canales públicos de
televisión (en particular, TV3 en los últimos tiempos) y radiodifusión
catalanes, así como de los medios impresos subvencionados por la
Generalidad (El Punt Avui, La Vanguardia, El Periódico, etc.),
oficialmente sobre la base de la promoción de la lengua catalana, hacia
posiciones en defensa del proceso soberanista sería otro punto negro a destacar por parte de la OSCE.
Como información para el lector, los expertos miden los tiempos
dedicados por los medios públicos y subvencionados a la defensa de cada
una de las opciones, no sólo en los espacios oficialmente previstos para
la promoción de cada opción, sino también en la programación en
general, y esto lo hacen no solamente durante la duración de la campaña
electoral, sino desde la llegada de los expertos unos meses antes de la
consulta.
En resumidas cuentas, dada la actual situación en Cataluña, es
altamente probable que, de celebrarse hoy, un referendo de independencia
no cumpliría con los estándares internacionales que lo avalaran como
plenamente democrático y, por lo tanto, no recibiría el reconocimiento de la comunidad internacional." (Víctor Andrés Maldonado, lavozdebarcelona.com, 25/06/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario