25/6/13

En los años 70 clamaban: ‘ It’s Scotland’s oil!’ (¡Es el petróleo de Escocia!), lo que dió un espectacular empuje a sus aspiraciones nacionalistas

"Como se sabe, Escocia celebrará un referéndum sobre su independencia el 18 de septiembre de 2014, fruto del acuerdo alcanzado por el gobierno central británico y el ejecutivo autónomo escocés. Según datos de las últimas encuestas, prevalece una intención de voto contrario a la secesión del Reino Unido de alrededor de la mitad de los encuestados. (...)

Hasta la fecha, el debate sobre la independencia en Cataluña ha girado principalmente en torno a aspectos identitarios. Algunas elites nacionalistas insisten que Cataluña no es España, ni quiere seguir siendo parte de ella. Poco importa que los catalanes hayan manifestado un alto grado de ‘identidad dual’ mediante la cual se expresa una pertenencia política compatible con España y Cataluña.

 En los últimos 30 años, los catalanes han reiterado una menor identidad ‘exclusiva’ en comparación con la expresada por los escoceses. La autoidentificación del ‘soy sólo catalán, no español’ sería incompatible con la identidad española y legitimaría sociológicamente las aspiraciones por la independencia política.

 En 1986, cuando se realizó en Escocia la primera encuesta identitaria con la conocida como Moreno question, un 39% de los encuestados declaraban que se consideraban ‘sólo’ escoceses, sin compartir en ningún grado o medida su autoidentificación con Gran Bretaña.

 Después del tiempo transcurrido, el porcentaje identitario exclusivo se ha mantenido estable. En Cataluña, y por aquellas fechas de mediados de los ochenta, apenas un 9% de los encuestados se declaraban ‘sólo’ catalanes.  (...)

Paradójicamente, aunque los catalanes dicen sentirse menos ‘exclusivos’ que los escoceses y, por derivación sociológica, estarían menos predispuestos a la secesión soberanista, la agitación nacionalista en el Principado parece haber alcanzado mayores niveles de intensidad que en la Caledonia británica, donde la argumentación racional de ‘pros’ y ‘contras’ sobre la independencia se ha desarrollado hasta ahora en un cierto clima de desapasionamiento. (...)

Ante tales percepciones, no pocos nacionalistas escoceses envidian la ‘inteligencia emocional’ desplegada por sus homónimos catalanes para galvanizar a la opinión pública y mantener el impulso  del apoyo a la secesión. A resultas de ello se habría intensificado un discurso sobre aquellos aspectos que refuerzan apasionadamente el rechazo hacia Madrid (elites centralistas) con la reiteración, por ejemplo, del cliché, Espanya ens roba

Los secesionistas catalanes, en suma, habrían desplegado una estrategia efectiva a fin de motivar al endogrupo (Cataluña) y mantener un alto nivel de disputa con el exogrupo (España). Todo ello procuraría mantener la compulsión autoafirmativa del ‘sí se puede’ que movilizó a buena parte de la población catalana el pasado 11 de septiembre. 

Ya las observaciones de Thorstein Veblen sobre el ‘efecto demonstración’ apuntaban a su funcionalidad para conseguir objetivos inalcanzados en el pasado. Predominan en la agitación nacionalista catalana los elementos culturales, las interpretaciones etnoterritoriales y, claro está, las más contingentes expectativas materiales de arribistas apenas salidos del ‘armario autonómico’ para profesar la fe independentista del nuevo converso.

Hasta la fecha, el debate en Escocia se ha desplegado con la ponderación característica de la patria de Adam Smith, David Hume o de los pensadores de las escuelas del Democratic Intellect y el Common Sense. Ha predominado en la campaña del referéndum escocés una ‘racionalidad’ argumentativa en el escrutinio de los diferentes puntos de vista, normalmente sustentada en datos y evidencia empírica contrastable. 

Así, por ejemplo, el Gobierno conservador-liberal británico ha emplazado al ejecutivo escocés (con mayoría nacionalista en el Parlamento Escocés) a que se posicione respecto a si sería la libra esterlina o el euro la moneda de curso legal en una eventual Escocia independiente. La directa interpelación cuestiona en no poca medida la viabilidad de una política monetaria soberana en una futura Escocia independiente.   (...)

Además, se recuerda que los ingresos por la explotación del petróleo del Mar del Norte, extraído en las costas escoceses, ha reportado a las arcas británicas en concepto de tasas y derechos de extracción una cantidad no menor a los 300 millardos de libras esterlinas (equivalente a la mitad del total de la deuda pública española). A pesar de las reiteradas peticiones del SNP ( Scottish National Party, partido nacionalista escocés) nunca se estableció un fondo escocés con ingresos procedentes de la explotación petrolífera.

Parece, pues, que los nacionalistas escoceses han reeditado ahora una línea de argumentación más emocional como sucedió a principios de los años 1970s cuando clamaban: ‘ It’s Scotland’s oil!’ (¡Es el petróleo de Escocia!) y que dieron un espectacular empuje a sus aspiraciones electorales. 

Entonces el SNP pasó de obtener un respaldo electoral del 12,8% en 1970 al 30,6% del voto popular en las elecciones de celebradas en octubre de 1974. El ejemplo de Noruega, anhelado como el Norwegian Dream, un país vecino con análogas características sociodemográficas y de recursos naturales, aparecía entonces como un referente en el imaginario político de los escoceses que validaba no sólo emocionalmente sino racionalmente la opción por la independencia.  (...)

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