"La cuestión es que el expresidente Jordi Pujol acaba de publicar el
tercer tomo de sus memorias y ha aprovechado el foco para decir que
votaría sí en un referéndum por la independencia catalana.
La
declaración no tiene mayor importancia, y solo refleja el carácter de
los nacionalistas: Pujol tuvo más de dos décadas para darse el gusto de
hacerse la pregunta, pero prefiere responderse sin pregunta, que trae
menos problemas y además un bel morir tutta una vita onora.(...)
Es un momento más adecuado que cualquier otro para decirlo. Si este es
hoy un Estado inviable es, en gran medida, por la acción obstinada y
duradera de Pujol y por la complacencia que todos los presidentes, salvo
Adolfo Suárez, mantuvieron frente a él.
En esta hora de déficit al gran
estadista y a sus cómplices políticos y mediáticos hay que
homenajearles por tres motivos. El primero por la instalación en la
lógica de la duplicidad. A pesar de que su retórica maniobrera quisiera a
veces desdecirlo, Pujol construyó un Estado catalán y no el Estado en
catalán. (...)
El segundo es por el tipo de negociación, paz por territorios, que se
impuso en la construcción del Estado. Cualquier gobierno central en
dificultades a la hora de aprobar una ley supo siempre que podía hablar
con Pujol.
Era secundario el sesgo que tuviera la ley: Pujol se
adaptaba. Lo importante para él era obtener concesiones estructurales a
cambio de favores políticos circunstanciales.
La política del gran
estadista, por último, exhibió otra característica indeleble: nunca se
vio obligado a vincular el ejercicio del poder con la responsabilidad
fiscal. Él gastaba, pero los odiosos recaudadores siempre fueron,
siempre son, los otros." (Diarios de Arcadi Espada, 15/03/2012)
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