27/8/20

Xavier Rius: A Puigdemont se le ha pasado el arroz... ya es agua pasada... Puedo equivocarme pero las próximas elecciones pondrán a Puigdemont en su sitio. Dudo de que gane. Incluso de que quede segundo. Puede quedar tercero. O hasta cuarto.

 "Puedo equivocarme pero las próximas elecciones pondrán a Puigdemont en su sitio. Dudo de que gane.

Incluso de que quede segundo. Puede quedar tercero. O hasta cuarto. Por supuesto no tengo una bola de cristal para leer el futuro. Y no he acertado nunca una quiniela política o futbolística.

Además, el mapa electoral catalán está hecho un rompecabezas. El independentismo en lucha por la hegemonía. Que es lo que fue el proceso desde el principio. Ciudadanos en pleno declive. Carlos Carrizosa como tabla de salvación después de no haber hecho los deberes durante toda la legislatura. El declive de Ciudadanos en Catalunya empezó el día en que Inés Arrimadas se fue a Madrid. Y antes José Manuel Villegas, José María Espejo-Saavedra, Fernando de Páramo. Fue desvestir a un santo para vestir a otro. Con muy poco respeto, por cierto, por su propio electorado.

El PSC puede subir pero de manera insuficiente para conformar por sí solo una alternativa de gobierno.

¿Entonces por qué me la juego? Bueno, hay indicios.

En el congreso fundacional del nuevo partido de Puigdemont participaron poco más de 2.000 personas. Ya sé que era en julio y en tiempos de covid. Pero tampoco es para tirar cohetes. En las imágenes del expresidente en Elna de este viernes congrega un centener de simpatizantes. Algunos venidos desde Waterloo.

O el famoso mítin de Perpiñán. Incluso a pesar de que asistieran 100.000 personas -como decían los organizadores- no garantizaban el éxito electoral. En el caso de que votaran todas por Barcelona -que no era el caso porque venían de toda Catalunya- tampoco estaban asegurados los escaños. Unió, en el 2015, sacó 102.000 y no entraron.

 Percibo también cierto hartazgo, cierto impasse, cierto desgaste.

El día que anunció el manifiesto fundacional había una treintena de incondicionales pero sólo dos consejeros (Budó y Calvet). Ni Jordi Puigneró, que se guardaba las cartas para el mejor postor. Me sorprendió también la ausencia de Albert Batet o de Eduard Pujol, presidente y el portavoz respectivamente del grupo parlamentario. Quizá se juegan las lentejas. Es verdad que después algunos han expresado su apoyo a Puigdemont. Pero con cuentagotas.

El propio Torra ha dejado claro que no militará en el nuevo partido. ¡No le devuelve ni el favor!

Luego está la multitud de partidos disputándose el antiguo espacio convergente: el PDECAT, Units, PNC, Lliures, Convergents. Aunque a veces no es lo que suman -personalmente creo que tienen poco futuro- sino lo que restan. Sin olvidar la sopa de letras. ¿Qué pasa ahora con la Crida? Y que JxCat no tiene de momento ni siquiera candidato.

 Puigdemont ya se ha excluido. Entre cobrar 40.000 euros al mes -9.000 de sueldo 25.000 para el asistente y 4.500 para el despacho- y ser cabeza de lista no hay color. Además sabe que no puede serlo. Ni puede prometer que, si gana, volverá. Una vez cuela, dos ya no.

Elsa Artadi tampoco lo ve claro. También se ha autodescartado. Hasta prefiere ser concejal de la oposición en Barcelona que cabeza de lista en el Parlament. Pese a que, desde luego, no ha dejado el escaño. Claro, cobra más de diputada que de edil.

¿Qué le queda, pues?

Intentar buscar una salida. Por eso llama a la “confontación inteligente”. ¿Hay alguna contradicción más evidente? Me recuerda un poco a Roger Torrent en septiembre del año pasado cuando decía que no era "incompatible" la confrontación con el diálogo. O Bargalló, en agosto, que llegó a hablar de “confrontación democrática”. No, una cosa o la otra. Las dos no puede ser.

Pero seguramente es que -a pesar de TV3, de la burbuja mediática, de la nube del proceso- no pueden mantener la tensión indefinidamente. Ni hay programa de gobierno más allá de las promesas incumplidas. Incluso entre su electorado debe haber sensación de aburrimiento.

Y es evidente que el Estado no negociará. Hasta lo reconoce el propio Puigdemont. Ya sólo le queda hacer ruido para que no se le olvide. Se le está pasando el arroz al expresidente. En la política, como en la paella, también es acertar los tempos.

La historia y los resultados electorales acabarán por ponerlo en su sitio."           (Xavier Rius, director de e-notícies, 21/08/20)

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