"(...) Es lícito, explica De la Quadra-Salcedo, plantearse que el principio
democrático también pone límites a las razones que puedan invocarse, que
no pueden ser arbitrarias, caprichosas o insolidarias. No cabría, por
un lado, el argumento de que Cataluña paga más de lo que recibe (insolidario)
ni, por el otro, que el pueblo soberano (español) puede decidir
arbitrariamente lo que sea.
“El pueblo soberano”, escribe De la
Quadra-Salcedo, “podría quizás aprobar el apartheid, la esclavitud o
suprimir el derecho a una tutela judicial efectiva, pero ningún jurista,
ni ninguna persona de buena voluntad, podrá aceptarlo como algo
indiscutible, sin poner en cuestión la legitimidad democrática
sustantiva de ese orden”.
Los independentistas catalanes deben también tener en cuenta que las decisiones que afectan a un colectivo determinado solo pueden ser tomadas por los integrantes de ese colectivo,
y no cabe pensar que la secesión de Cataluña solo afectaría a los
catalanes, puesto que el resto de los españoles resultaría concernido.
¿Puede la Constitución encontrar la forma de que sea una parte del
colectivo la que, una vez expresada claramente su voluntad, exija la
apertura de unas negociaciones en el colectivo entero, sin final
predeterminado pero en el que se plantee como objetivo posible la
secesión?
Esa es la pregunta que deberían hacerse los independentistas
catalanes. Si abandonamos el terreno de la legalidad y la
constitucionalidad y nos situamos en el campo de lo que es justo y
democrático (como quieren los independentistas catalanes), deberían
aceptar, para empezar, que una decisión como la eventual separación de
Cataluña no debería ser decidida por una parte.
La cuadratura del
círculo viene dada porque se plantea que “una minoría relevante puede
afirmar que su voluntad es por sí misma un derecho que somete a los
demás a la obligación democrática de acceder a esa voluntad, les afecte o
no”.
Ninguna negativa a tramitar o conceder la separación será
legítima, advierte De la Quadra-Salcedo, si no se han considerado
lealmente las razones que se invocan para ella.
Ninguna pretensión de
separación será legítima si no se reconoce que las cuestiones que
afectan a todos, por todos deben ser tratadas y de acuerdo con cauces
legales y democráticos establecidos. ¿Ve Guardiola cómo quizás es mejor
pedir apoyo a los españoles?" (Soledad Gallego-Díaz
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