29/9/14

Muchos controles democráticos han fallado en la República Independiente del Tres por Ciento a la hora de detectar cómo unos cuantos se lo estaban llevando crudo

(...) Que un cacique bajo sospecha se permita, en su infinita desfachatez, abroncar a los diputados que le interrogan sobre su fortuna es un espectáculo que no puede sino abochornar a cualquier demócrata por cuanto reduce la majestad del Parlamento a la miseria de una barra de taberna. 

Lo ocurrido el viernes es también la prueba de la catadura de ese nacionalismo dispuesto a envolverse en la bandera para tapar sus vergüenzas, ocultar su dinero y desviar la atención por el desfiladero de la secesión. El “caso Pujol” es idéntico al “caso Millet”, el del Palau, con la diferencia de que don Jordi ha sido durante 23 años presidente de la Generalitat y padre putativo de la “patria” catalana.

 El “caso Pujol” es también el “caso CiU” y, con alguna honrosa excepción, el de toda una clase política que cerró los ojos, consintió, dejó hacer, particularmente el de esa izquierda dispuesta a embarcarse en un nacionalismo identitario y retrógrado con olvido del internacionalismo proletario. 

El viernes era el día adecuado para que CiU, y no digamos ya la ERC del predicador, el ayatollah Junqueras, se desmarcaran de ese patético personaje que, cogido con las manos en la masa, pretendió seguir dando lecciones de moral mientras severamente regañaba a los diputados. No lo hicieron. 

Ambas formaciones dejaron pasar la oportunidad, particularmente CiU, lo que viene a demostrar que el señor Mas no es sino una mera elongación de la mano, hoy frágil y temblorosa, de un Pujol que siempre ha manejado los hilos de esta Cataluña a la deriva. (...)

Lo decía la noche del viernes alguien tan poco sospechoso de centralismo como Joan Herrera, de ICV: la sociedad catalana está obligada a reflexionar ante espectáculos como el ofrecido por Pujol. Algún día, alguna vez, esa sociedad deberá mirarse en el espejo de sus miserias para descubrir el engaño de que ha sido objeto y denunciar a los embaucadores.

 La deriva del nacionalismo cleptómano de CiU y compañía en estos años no hace sino evidenciar el tremendo déficit democrático en que ha vivido Cataluña en este tiempo, bajo la dirección de un grupo de poder empeñado en enriquecerse a toda costa, de espaldas a las necesidades de un pueblo llano que algún día, alguna vez, se dará cuenta de que no necesita más aventuras, ni más autonomía, ni mucho menos la independencia, sino más democracia, más calidad democrática, y controles, muchos controles democráticos, esos controles que han fallado clamorosamente en la República Independiente del Tres por Ciento a la hora de detectar cómo unos cuantos se lo estaban llevando crudo. (...)"           (Esencia nacionalista: viernes, corrupción; sábado, patria, de Jesús Cacho en vozpopuli.com, en Caffe Reggio, 28/09/2014)

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