‘Las actitudes más inteligentes contra el modelo catalán han intentado situar el debate en el terreno de los derechos individuales, invocando el derecho universal de los padres a escoger la lengua de escolarización de sus hijos o de los niños a ser escolarizados en la lengua materna. Este supuesto derecho, que suena muy bien, es de hecho falaz e impracticable. Yo no puedo irme a vivir a Australia y exigir que mis hijos sean educados en catalán, ni un argelino puede ir a Madrid a exigir que los suyos sean educados en bereber’." (lavozdebarcelona, 26/03/2009)

Pero sí puede exigirlo un inmigrante sudamericano en Barcelona, porque todos los profesores conocen perfectamente el castellano. Pueden enseñar en castellano, y un profesor australiano, no. No puede enseñar en castellano, solo en inglés.

Por tanto, sí, se puede en Barcelona, respetar el derecho universal a que los padres escojan la lengua de escolarización de sus hijos. Y si un argelino quiere que sus hijos aprendan en castellano, porque lo considera mas adecuado (¿no puede penar que si se tiene que ir a trabajar a Madrid, y su hijo aprende en castellano, su hijo no tendrá problemas? ¿No es lógico que pueda pensar así? O podemos obligarle a pensar de otra manera, en contra de lo que considere el mejor aprendizaje de su hijo. Y con razón), también tiene ese derecho. Perfectamente posible, dado el bilingüísmo del profesorado.

Esa es la cuestión. En Cataluña, en Galicia, en el País Vasco, todos los profesores conocen el castellano, por lo tanto pueden enseñar en castellano. Y en Australia, o en Francia, no. No pueden respetar ese derecho individual, no saben.