24/2/15

Respuesta a la patronal catalana: soy el gobernador civil, no un asesino

"(...) Apunta Albert Sánchez Pinyol, el autor de Victus, en un artículo reciente que corre por la red: 

“El general Severiano Martínez Anido no desmerecía a sus predecesores: en 1920, como gobernador militar de Barcelona, se enfrentó con el gobernador civil Carlos Bas, a quien acusaba de “blando”. 

Anido le exigió que le dejara fusilar a “gente como Eugeni d’Ors, Lluís Companys, Joaquín Montaner, Francisco Layret, Salvador Seguí, Ángel Pestaña, Mario Aguilar, Guerra del Río, los hermanos Ulled, y otros”. 

En sus memorias Bas narra el diálogo. Bas: “Señor gobernador militar, soy el gobernador civil, no un asesino”. Anido: “No es cuestión de asesinar sino de ejecutar. No emplee usted palabras malsonantes”.  (...)

1. ASP no ha podido o se le ha olvidado destacar que Martínez Anido era el militar escogido por la patronal catalana –no por la española, tan cerca, tan próxima- para “pacificar” Barcelona. De ser gobernador militar pasó a ser gobernador civil a finales de 1920. Por petición de la patronal de casa nostra al gobierno de “Madrid”. 

2. Esta patronal catalana, los grandes señores de la Lliga, los Rusinyol y afines, entraron “manu poderosi” en el Gobierno civil, “se introdujeron sin permiso en el despacho del gobernador civil Bas, lo cogieron por los hombros y lo obligaron a viajar a Madrid en el primer tren que salía de la estación de Francia. 

Bas no sólo no había querido asesinar sino que ¡encima! había promovido una comisión mixta, en la que los de la CNT aceptaron participar (hay una famosa foto de ello) para intentar impulsar una dinámica de negociación” (Martín Ramos dixit). No pudo ser finalmente.

 Pero no la impidió la CNT, sino la patronal de casa nostra, la emprendedora, la muy cívica y liberal, la ejemplar patronal catalana en la que don Francesc ejerció una influencia prolongada y más que notable.
¡Cómo se pusieron con Julio Anguita cuando habló de ella en estos términos! 

3. Será por ello que una avenida céntrica lleva su nombre, el de Cambó, y una estatua a él dedicada sigue en pie, al lado de una de las sedes centrales de Caixabank. Dios los cría y ellos se juntan. Se huelen. 

4. La bomba del Coliseum, en efecto, “cayó en Cataluña”. El problema con el artículo del autor de Victus, señala otro historiador del colectivo, “es lo que no dice (lo cual, atención, no justifica la censura, no nos equivoquemos). 

Y lo que no dice es que las más de las veces que el ejército bombardeó Barcelona (en el XIX y el XX) lo hizo animado por el patriciado catalán, incluyendo las bombas que cayeron durante la guerra civil. Y sí, la bomba del Coliseum cayó en Cataluña, pero no cayó "sobre" Cataluña”. 

El otro olvido, añade el compañero espaimarxista, “es que si hubo una ciudad castigada por bombardeos (de aviación y de cañones, que estaban a tiro de piedra) durante la guerra civil fue Madrid”. El ejército, como es razonable pensar y decir, “no bombardeaba "Cataluña", tiraba bombas sobre rojos y otra gente de mal vivir. 

Y si no que se lo cuenten a los malagueños en la carretera de la muerte, los almerienses masacrados por la escuedra nazi, los vascos de Guernika, e tutti quanti”. Pero si todo lo queremos leer en clave “no nos quieren y llevan trescientos años intentando exterminarnos”, pues adelante. Hasta el infinito y más allá. Todo es uno y lo mismo. 

5. Una reflexión derivada de otro gran historiador catalán: “[…] pero como que los que desafían la “sacrosanta unidad de la patria” son los periféricos, las regiones históricamente ricas, no ha podido generalizarse en la extrema derecha española un discurso biocultural/biopolítico, el fascismo español ha centrado su concepción totalitaria en la catolicidad (la universalidad) que encima todavía le da –supone él– algo en la muy noble y muy católica América (Ferran Gallego dixit, lo del papel de la catolicidad –universalidad– en el fascismo español)”. 

Por el contrario, prosigue, “ha sido en esas regiones ricas en las que ha crecido la bio/c-p. El planteamiento völkisch, sobre todo en su versión nacionalsocialista, no es un discurso de reacción, de retorno al pasado, sino de modernidad. Y los modernos se sienten superiores por naturaleza. 

Esa es la raíz del sabinismo y de los hijos y nietos de Pompeu Gener, que no solo están los reconocidos sino los que lo son sin saberlo; me aterrorizó ver cómo, sin llegar a los extremos de PG, Pau Vila, Serra Rafols,y el mismísimo Companys caían en el discurso de la superioridad natural (casi podría decir biogeológica) en los tiempos de la guerra civil cuando aludían con desprecio –y algo más– a la masa de inmigrados”.  (...)"        (Salvador López Arnal , Rebelión, 14/02/2015)

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