"(...) Apunta Albert Sánchez Pinyol, el autor de Victus, en un artículo reciente que corre por la red:
“El general Severiano Martínez Anido no desmerecía a sus predecesores:
en 1920, como gobernador militar de Barcelona, se enfrentó con el
gobernador civil Carlos Bas, a quien acusaba de “blando”.
Anido le
exigió que le dejara fusilar a “gente como Eugeni d’Ors, Lluís Companys,
Joaquín Montaner, Francisco Layret, Salvador Seguí, Ángel Pestaña,
Mario Aguilar, Guerra del Río, los hermanos Ulled, y otros”.
En sus
memorias Bas narra el diálogo. Bas: “Señor gobernador militar, soy el
gobernador civil, no un asesino”. Anido: “No es cuestión de asesinar
sino de ejecutar. No emplee usted palabras malsonantes”. (...)
1. ASP no ha podido o se le ha olvidado destacar que Martínez Anido era
el militar escogido por la patronal catalana –no por la española, tan
cerca, tan próxima- para “pacificar” Barcelona. De ser gobernador
militar pasó a ser gobernador civil a finales de 1920. Por petición de
la patronal de casa nostra al gobierno de “Madrid”.
2. Esta
patronal catalana, los grandes señores de la Lliga, los Rusinyol y
afines, entraron “manu poderosi” en el Gobierno civil, “se introdujeron
sin permiso en el despacho del gobernador civil Bas, lo cogieron por los
hombros y lo obligaron a viajar a Madrid en el primer tren que salía de
la estación de Francia.
Bas no sólo no había querido asesinar sino que
¡encima! había promovido una comisión mixta, en la que los de la CNT
aceptaron participar (hay una famosa foto de ello) para intentar
impulsar una dinámica de negociación” (Martín Ramos dixit). No pudo ser
finalmente.
Pero no la impidió la CNT, sino la patronal de casa nostra,
la emprendedora, la muy cívica y liberal, la ejemplar patronal catalana
en la que don Francesc ejerció una influencia prolongada y más que
notable.
¡Cómo se pusieron con Julio Anguita cuando habló de ella en estos términos!
3. Será por ello que una avenida céntrica lleva su nombre, el de Cambó,
y una estatua a él dedicada sigue en pie, al lado de una de las sedes
centrales de Caixabank. Dios los cría y ellos se juntan. Se huelen.
4. La bomba del Coliseum, en efecto, “cayó en Cataluña”. El problema
con el artículo del autor de Victus, señala otro historiador del
colectivo, “es lo que no dice (lo cual, atención, no justifica la
censura, no nos equivoquemos).
Y lo que no dice es que las más de las
veces que el ejército bombardeó Barcelona (en el XIX y el XX) lo hizo
animado por el patriciado catalán, incluyendo las bombas que cayeron
durante la guerra civil. Y sí, la bomba del Coliseum cayó en Cataluña,
pero no cayó "sobre" Cataluña”.
El otro olvido, añade el
compañero espaimarxista, “es que si hubo una ciudad castigada por
bombardeos (de aviación y de cañones, que estaban a tiro de piedra)
durante la guerra civil fue Madrid”. El ejército, como es razonable
pensar y decir, “no bombardeaba "Cataluña", tiraba bombas sobre rojos y
otra gente de mal vivir.
Y si no que se lo cuenten a los malagueños en
la carretera de la muerte, los almerienses masacrados por la escuedra
nazi, los vascos de Guernika, e tutti quanti”. Pero si todo lo
queremos leer en clave “no nos quieren y llevan trescientos años
intentando exterminarnos”, pues adelante. Hasta el infinito y más allá.
Todo es uno y lo mismo.
5. Una reflexión derivada de otro gran
historiador catalán: “[…] pero como que los que desafían la “sacrosanta
unidad de la patria” son los periféricos, las regiones históricamente
ricas, no ha podido generalizarse en la extrema derecha española un
discurso biocultural/biopolítico, el fascismo español ha centrado su
concepción totalitaria en la catolicidad (la universalidad) que encima
todavía le da –supone él– algo en la muy noble y muy católica América
(Ferran Gallego dixit, lo del papel de la catolicidad –universalidad– en
el fascismo español)”.
Por el contrario, prosigue, “ha sido en
esas regiones ricas en las que ha crecido la bio/c-p. El planteamiento
völkisch, sobre todo en su versión nacionalsocialista, no es un discurso
de reacción, de retorno al pasado, sino de modernidad. Y los modernos
se sienten superiores por naturaleza.
Esa es la raíz del sabinismo y de
los hijos y nietos de Pompeu Gener, que no solo están los reconocidos
sino los que lo son sin saberlo; me aterrorizó ver cómo, sin llegar a
los extremos de PG, Pau Vila, Serra Rafols,y el mismísimo Companys caían
en el discurso de la superioridad natural (casi podría decir
biogeológica) en los tiempos de la guerra civil cuando aludían con
desprecio –y algo más– a la masa de inmigrados”. (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 14/02/2015)
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