"El pavoroso espectáculo de la comisión parlamentaria cuando
interviene el ex presidente Pujol.
La evidencia de que les ganó todas
las manos. Un viejo sordo, arruinado por su conciencia, corrompido por
los hechos, incrustado para siempre entre el contrabando de divisas del
padre y la evasión fiscal de los hijos.
Y, sin embargo, la lógica y la razón de su lado. Y hasta el eslogan.
Diuen, diuen, diuen iba percutiéndoles en la cara como un boxeador
sobrado, reprochándoles, muy justamente, que hicieran afirmaciones
basadas en el rumor, inconsistentes, baratas y necias, nada, por
ejemplo, que un periodista pueda permitirse y que en cambio ellos,
diputados, se permitían con irresponsabilidad y frivolidad infinitas. La
verdad arrastrada. Y no a partir de las respuestas.
Cuando las preguntas mienten no llega Sócrates sino Vyshinski. Eso
respecto a la moral. Respecto a la inteligencia la conclusión es aún más
devastadora: que siga gobernando el corrupto antes que los estúpidos.
Todo parte del doloroso principio. Si Pujol estaba ahí, ante la comisión
parlamentaria, como antes estuvo ante el juez, solo es porque ha
querido. La verdad amarga que golpea a los políticos catalanes y a todos
los ciudadanos es que se confesó evasor fiscal cuando le dio la gana.
Y lo peor: que pudo no hacerlo. Y que, ahora, se reserva el porqué
íntimo de su confesión en aquel momento y lugar, porque también le da la
gana. Desde el 25 de julio en el que habló ni el periodismo ni la
política ni los jueces han podido añadir un párrafo a su declaración
expiatoria. Es más, si hay algún añadido es suyo.
Como cuando dijo con
total naturalidad que a uno de sus testaferros lo nombró alto cargo de
su gobierno. O como cuando insinuó, ayer, ante la pobre cupista, que su
dinero en Andorra provenía de la corrupción de su padre, teniendo en
cuenta, ¡eso sí!, que todo en el franquismo era corrupto.
Una
espectacular declaración de principios que define su propia corrupción:
tanto en la inmoralidad franquista como en la moralidad nacionalista
siempre alegó coartada. La tarde le pasó sin ningún apuro y hasta se
permitió la agria soberbia del viejo.
Pero no podrá huir de la verdad final. Este Parlamento devenido en
tasca, corto y provinciano, es también y principalmente su obra. Hasta
la camiseta del cerril cupista le corresponde. Hija legítima de la
introducción de la vulgaridad en la política. Hija legítima de la
aniquilación del registro en el lenguaje, en cualquier lenguaje. Aquel
això no toca suyo, con su hedor a col hervida." (Arcadi Espada, El Mundo, 23/02/2015)
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